sportjournal.pictures, 21/11/2023
La larga rivalidad entre dos de las selecciones más laureadas del fútbol alcanzó su punto álgido en el estadio Maracaná, en Río de Janeiro, cuando la policía brasileña cargó contra los aficionados argentinos en respuesta a los enfrentamientos en las gradas durante la entonación de los himnos nacionales. El partido se retrasó 30 minutos y terminó con victoria argentina por 1-0.
Los campeones del mundo, encabezados por su capitán Lionel Messi, se acercaron a las gradas para intentar calmar los ánimos -se pudo ver al portero Martínez intentando impedir que un policía utilizara una porra- antes de abandonar el terreno de juego durante más de diez minutos.
Cuando hinchas brasileños y argentinos empezaron a pelearse detrás de una de las porterías, la policía cargó contra el contingente itinerante con las porras desenfundadas. Algunos hinchas argentinos respondieron arrancando y tirando asientos a los agentes, mientras que otros hinchas entraron en pánico y saltaron al campo para escapar de la pelea.
Al final, los jugadores regresaron y el partido de clasificación para el Mundial comenzó en medio de un tumulto de ruido, con los aficionados locales alentando a los pentacampeones del mundo, que buscaban encarrilar su campaña tras perder por primera vez dos partidos de clasificación seguidos.
En lugar de ello, Brasil encajó su tercera derrota consecutiva y la primera en casa en un partido de clasificación para el Mundial, y cayó al sexto puesto del grupo sudamericano de diez equipos, a ocho puntos del líder, Argentina, y en la última posición que garantiza un puesto en la fase final de 2026.
“Obviamente, al principio fue malo porque veíamos cómo le pegaban a la gente. Uno piensa en la familia, en la gente que está ahí, que no sabe lo que está pasando y estamos más preocupados por eso que por jugar un partido. En ese momento el partido era secundario.
“Después de eso, ganar este partido así creo que es una de las victorias más importantes que ha conseguido este grupo. Es algo muy bonito poder ganar aquí en Brasil, después de lo fuertes que han sido en casa a lo largo de su historia.”
El capitán de Brasil, Marquinhos, que se unió a los jugadores argentinos en el campo para pedir calma en las gradas, añadió: “Estábamos preocupados por las familias, mujeres y niños, que veíamos presas del pánico allá en las gradas. Abajo en el campo nos costaba entender lo que estaba pasando, era una situación de mucho miedo”.
Tras el partido, Lionel Scaloni, seleccionador de Argentina, admitió sorprendentemente que se estaba planteando dejar el cargo tras haber ganado el Mundial hace sólo un año.
“Argentina necesita un entrenador que tenga toda la energía posible y que esté bien”, dijo Scaloni, que no aceptó preguntas, en sus primeras declaraciones en la rueda de prensa. “Necesito parar la pelota y ponerme a pensar, tengo muchas cosas en las que pensar durante este tiempo.
“Estos jugadores han dado mucho al cuerpo técnico y tengo que pensar mucho en lo que voy a hacer. No es una despedida ni nada, pero necesito pensar porque el listón está muy alto y es complicado seguir y es complicado seguir ganando. Estos chicos me lo están poniendo difícil, así que necesito pensarlo un tiempo. Después hablaré con el presidente de la FA y con los jugadores”.
A pesar de no poder contar con jugadores clave, como Vinicius Jr y Neymar por lesión, y de perder a su capitán, Marquinhos, por un problema en la pierna a mitad de partido, Brasil mantuvo la presión tras el descanso. Desperdició una ocasión de oro en el minuto 47, cuando Gabriel Martinelli disparó a bocajarro directamente al portero.
Argentina aguantó y aprovechó una de las pocas ocasiones que creó en el minuto 63, cuando Nicolás Otamendi se elevó para rematar un saque de esquina botado por Giovani Lo Celso.
Fue el único disparo a puerta de Argentina, y el sufrimiento de Brasil se agravó cuando el centrocampista suplente Joelinton fue expulsado por golpear en la cara a Rodrigo de Paul en el minuto 82, sólo nueve minutos después de salir del banquillo.
Los aficionados brasileños descargaron su frustración sobre el equipo, gritando “¡Ole! ¡Ole! Ole!” mientras Argentina se pasaba el balón en los últimos minutos, una actitud que enfadó al seleccionador Fernando Diniz.
“Los aficionados tienen derecho a hacer lo que quieran”, declaró Diniz, que fue abucheado al sonar el pitido final. “Los aficionados son apasionados y quieren ganar, así que tienen derecho a abuchear, pero creo que gritar ‘Ole’ a Argentina es un poco exagerado”.
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