Alexander Bublik, el kazajo más impredecible del circuito, ha vuelto a escena. Y no, no hablamos solo de sus raquetazos ni de sus drop shots sacados de una comedia de Molière, sino de su eterno show donde la ironía, el sarcasmo y la mecha corta son parte del repertorio. En Torino, como en otras partes del mundo, el showman del tenis levanta pasiones… y también cejas.
No es nuevo que Bublik genere polémica. En el US Open 2023, encendió las redes y enfureció al circuito cuando, en medio de un partido transmitido por televisión, soltó en ruso una frase desafortunada y cruel refiriéndose a Dominic Thiem: “Estoy cansado de regenerar carreras de discapacitados”. Thiem, ex campeón de Grand Slam, luchaba por volver tras una dura lesión. Y Bublik, lejos de ser solidario, se posicionó como el antimodelo del fair play.
Sin embargo, en esta semifinal en Torino, algo peculiar ocurrió: desde una calle lateral al Estadio, un pequeño grupo de jóvenes gritó: “¡Vamos Bublik!”. ¿Admiración? ¿Ironía? ¿Complicidad con el rebelde del circuito? Difícil saberlo. Lo cierto es que, entre abucheos en otras ciudades y risas nerviosas en las gradas, Bublik se siente cómodo. Se sabe distinto. Se proclama único. Y quizá, muy en el fondo, disfruta ser más recordado por lo que dice que por lo que gana.
Hoy 18 de mayo, le toca medirse con el “robot chino”, como él mismo apodó al ascendente Yunchaokete Bu. Un talento metódico, silencioso, que parece programado para no salirse jamás del protocolo. Justo lo opuesto al irreverente Alexander. El contraste promete.
¿Será hoy otro episodio de Bublik el comediante, el provocador, el irreverente… o, tal vez, el tenista?
Porque a veces, entre raquetazos, frases ofensivas y reverencias al público, se nos olvida que Alexander Bublik también juega tenis. Y a veces, incluso, gana.
Bonus Track para pensar:
El tenis es un espectáculo, sí. Pero no es un circo sin ética. Cuando las bromas cruzan la línea del respeto, hasta el mejor chiste pierde gracia. Y aunque el público a veces aplaude al bufón, el aplauso más valioso sigue siendo el que se gana por jugar con grandeza… no solo con gracia.
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