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Torino, 20/07/2025
Nord Tennis Master Club, julio 2025
El Trofeo Ma-Bo cerró su 15ª edición con una campeona que no necesita presentación para los archivos del tenis juvenil: Ane Mintegi Del Olmo, ex número uno junior y campeona en Wimbledon 2021. Hoy, con 21 años y el ranking hundido en el 579, vuelve a levantar un trofeo. Pero no es la historia romántica que los comunicados repiten cada año. Es, más bien, el retrato de una categoría que se resiste a desaparecer.
En estos torneos no se respira gloria. Se respira supervivencia.
El W35 de Torino no es un trampolín. Es un punto de reingreso para jugadoras golpeadas por lesiones, por la falta de sponsors, por calendarios imposibles y por la industria del “ya no”. En la arcilla de Pellerina, esta semana, se mezclaron adolescentes con brillo nuevo y veteranas con ranking viejo, todas bajo el mismo sol abrasador, pero con distintas razones para seguir.
Mintegi Del Olmo venció con claridad a Valentini Grammatikopoulou, una griega que también supo estar cerca del top 100 y que hoy vuelve a luchar por unos pocos puntos que podrían abrirle la puerta a una quali en Rumania, o a un viaje menos costoso a Túnez.
La prensa institucional, como de costumbre, celebró “la magia del tenis femenino”, el “encanto del público”, y la “presencia de las autoridades”. Pero nada dijo sobre las lágrimas que no son de alegría, ni sobre las jugadoras que no pueden pagar un preparador físico. Nada sobre la histeria de una derrota que pesa más que el ranking.
Nada de lo que ve una cámara que resta un instante después del último punto.
Por eso, más allá del marcador, lo que queda es la secuencia de imágenes. Las que muestran espaldas agotadas, abrazos espontáneos, miradas que no miran al rival sino a un espejo interior. Fotos que no necesitan firma.
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