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El regreso del Rey: Alcaraz y Sinner, una rivalidad que define al tenis moderno

Nueva York, 7/09/2025
Carlos Alcaraz volvió a reclamar la cima del tenis masculino con la determinación de quien no solo juega, sino que reescribe la historia. Su victoria por 6-2, 3-6, 6-1, 6-4 sobre Jannik Sinner en la final del US Open no fue un drama shakesperiano como aquel duelo parisino, pero sí un manifiesto: el tenis actual tiene dos dueños y responden a los nombres de Carlos y Jannik.

A los 22 años, el murciano se convirtió en el segundo hombre más joven de la era abierta en sumar seis Grand Slams, sólo detrás de Bjorn Borg. “Jugué perfecto”, dijo con sonrisa pícara y seguridad de campeón. Su entrenador, Juan Carlos Ferrero, había anticipado lo mismo: que solo la perfección podía doblegar a Sinner.

El italiano, vencedor en Wimbledon, esta vez lució desdibujado, tal vez por secuelas físicas o quizá porque frente a Alcaraz las certezas se evaporan. “Hice lo mejor que pude hoy, no pude hacer más”, admitió con una honestidad refrescante. Aun así, fue el único capaz de arañarle un set durante las dos semanas neoyorquinas.

El duelo de Arthur Ashe, aunque desigual en tramos, confirmó lo que todos saben: hay un abismo entre esta pareja y el resto del circuito. Como Federer y Nadal, pero a su manera, con juventud, potencia y frescura, ya comparten tres finales de Grand Slam en un mismo año. Algo que los mitos anteriores nunca lograron.

El cierre del partido reflejó todo el relato: Sinner intentando arrebatar la iniciativa, Alcaraz devolviendo golpes imposibles hasta rematar con un ace que selló su segundo título en Nueva York. La celebración fue medida, consciente de que lo que acaba de comenzar no es una conquista aislada, sino una era.

El escenario, sin embargo, no estuvo exento de teatro político. La presencia de Donald Trump, invitado por Rolex, obligó a reforzar la seguridad hasta niveles que dejaron a cientos de aficionados afuera al inicio del partido. El presidente recibió algunos vítores, sí, pero también una sinfonía de abucheos que retumbó más fuerte que cualquier golpe de derecha.

Mientras el ruido se apagaba y el polvo del cemento neoyorquino se asentaba, quedó clara la imagen de este US Open: un Alcaraz intratable, un Sinner digno aunque abatido, y una rivalidad que promete escribir páginas memorables.

En el tenis, como en la vida, los grandes duelos no siempre se cuentan por la espectacularidad de cada punto, sino por la certeza de que estamos presenciando a dos jóvenes destinados a gobernar el juego durante años.

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