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Roland Garros, Paris, 27/05/2025
En el Philippe Chatrier de noche, las luces parecían de gala y los franceses esperaban un milagro patriótico. Pero nada.
Jannik Sinner, número 1 del mundo, entró como estrella pop y salió como campeón… con la misma cara de “¿ya terminó esto?”.
Su víctima esta vez fue Arthur Rinderknech, un francés correcto, educado y con ranking 75, que hizo lo posible por resistir pero terminó aplaudiendo a su verdugo. El marcador: 6-4, 6-3, 7-5. Sin anestesia, sin drama, sin lluvia de croissants.
Sinner no sudó ni una gota, y al final saludó con esa mezcla de compostura tirolesa y eficacia quirúrgica que lo hace querido incluso cuando despacha ídolos locales.
El público, desconcertado, sacaba selfies mientras su esperanza patria desaparecía del cuadro.
Rinderknech se va a casa con dignidad. Sinner se va a dormir temprano. Y París, como siempre, sigue soñando con el próximo Gasquet.
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